Siria

en Perspectiva

El libro considera las dimensiones propagandística y militar de la crisis, sugiriendo cómo podría evolucionar Siria. En el centro de este análisis se encuentra un elemento clave de la sociedad siria: su arraigado carácter interconfesional derivado de la presencia histórica en su suelo de diversas confesiones religiosas. Sin embargo, poderosas minorías han ejercido repetidas presiones políticas y militares para obligar al Estado a abandonar su carácter aconfesional y no discriminatorio.
 
El autor combina la revisión de textos académicos con la investigación en Siria y otros países. Ha realizado entrevistas con líderes religiosos, personal de ONG, combatientes, desplazados y otras víctimas. Entre los entrevistados se encuentra el presidente sirio, Bashar al-Assad, que ofrece su perspectiva sobre la crisis y sobre el pasado y el futuro del país.

Reseñas

“En Siria en perspectiva, además de explicarnos las causas de un conflicto de siete años, tiras por tierra un montón de mitos que nos llegan a España sobre el conflicto en Siria”.
“Acaba de aparecer un espléndido libro, Siria en perspectiva. Más que una nueva versión de la guerra es otra mirada para intentar conocer y entender la realidad de un lugar y de una sociedad que, como dice el autor, nadie conoce a pesar de haber oído hablar tanto de ella”.

Marta Landín

Telemadrid

Rosa Regàs

Writer and former Director of the Spanish National Library

““¿Cómo funciona un estado multiconfesional? El periodista y profesor Pablo Sapag lo explica en el libro Siria en perspectiva. En él analiza las claves históricas y políticas del conflicto sirio, los distintos frentes, el intervencionismo regional y global y la propaganda y la información publicada sobre la guerra”.
“En definitiva, nos encontramos ante una obra imprescindible para comprender la dinámica histórica, política, económica y, sobre todo, religiosa y propagandística de la crisis en Siria. Un trabajo que todo amante de la objetividad y la rigurosidad debería leer con tranquilidad ante de emitir un juicio sobre un asunto tan «intoxicado» de prejuicios y desinformación”.

Travesías

Spanish national radio

Antonio César Moreno Cantano

Revista Internacional de Historia de la Comunicación

ÍNDICE

Capítulo 0

PREFACIO

Las razones del autor para escribir el libro, el plan de investigación, las fuentes utilizadas y la estructura general de la obra. 

Capítulo 0

Capítulo 1

INTRODUCCIÓN

Este apartado sienta las bases para entender la crisis siria, por qué no es una guerra civil y qué es en su lugar.

Capítulo 1

Capítulo 2

SIRIA EN CLAVE HISTÓRICA Y POLÍTICA

Se  esbozan aquí  los antecedentes históricos, políticos y sociales de Siria, destacando el carácter multiconfesional de su sociedad y la influencia política que ello ha tenido desde la Independencia en 1946.

Capítulo 2

Capítulo 3

INICIO Y ORIGEN DE UNA CRISIS CON DOS FRENTES CONVERGENTES

Sin la coincidencia en el tiempo de varios factores que aquí se detallan,  la crisis siria nunca hubiese alcanzado semejante grado de violencia y destrucción.

Capítulo 3

Capítulo 4

INTERVENCIONISMO REGIONAL Y GLOBAL EN EL MOSAICO SIRIO

De Turquía a Irán y de Estados Unidos a Rusia, el papel de distintas potencias que defienden intereses materiales e ideológicos en Siria y más allá.

Capítulo 4

Capítulo 5

PROPAGANDA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La comunicación estratégica resultó crucial, tanto en la dimensión interna como externa de la crisis siria. Se recogen  y analizan aquí los mensajes propagandísticos de todos los implicados en el conflicto sirio.

Capítulo 5

Capítulo 6

LA DIMENSIÓN MILITAR DE LA CRISIS SIRIA

Una completa aproximación a los diferentes combatientes, las principales batallas y las tácticas utilizadas en un conflicto armado irregular como el de Siria.

Capítulo 6

Capítulo 7

DE LO MILITAR A LO POLÍTICO. LOS PROCESOS DE RECONCILIACIÓN NACIONAL

Se recogen aquí  los intentos para atajar la crisis a través de negociaciones así como  la lógica social y cultural que ayudó a poner fin a la violencia en ciudades, pueblos y barrios.

Capítulo 7

Capítulo 8

SIRIA DESPUÉS DE LA CRISIS. RECONSTRUCCIÓN FÍSICA Y POSIBLES RESPUESTAS A UN DESAFÍO RECURRENTE

Siria pretende reconstruirse pero la COVID-19, las sanciones económicas internacionales y la permanente pretensión de una minoría de imponer una religión de Estado complican ese empeño.

Capítulo 8

Siria en perspectiva en 5 minutos

Enfocando la cara más desconocida e importante de Siria

Este libro no entiende la crisis siria como un conflicto de tipo sectario. La aborda desde un ángulo diferente. La sociedad siria es desde hace mucho tiempo multiconfesional y multiétnica y está compuesta por cristianos, musulmanes, judíos, drusos, árabes, kurdos, armenios, circasianos y otros. Esto es algo que apenas se asume fuera del país porque hay muy pocas sociedades como la de Siria, Líbano y otros dos o tres países de Oriente Medio. En Occidente se tiende a creer que su esquema de minorías y mayorías se aplica exactamente igual en otras sociedades. Sin embargo, un enfoque cuantitativo de la población de Siria y otros países sin tener en cuenta la dimensión cualitativa de las relaciones sociales y de poder que se dan en ellos se queda corto si lo que se quiere es explicar la realidad. Está extendida la creencia de que un determinado grupo religioso o étnico -mayoritario o minoritario- actúa políticamente como un bloque que oprime a otros grupos. Ese supuesto equívoco ignora las profundas interconexiones sociales de una sociedad que es un mosaico más que un archipiélago. Por eso este libro trata de sortear un lugar común ajeno a la vida cotidiana y el sistema político y constitucional de Siria.

Ni una guerra civil ni un conflicto sectario. Una una crisis multifacética sin fecha de inicio ni de término

Siria en perspectiva tampoco considera el conflicto sirio como una guerra civil clásica, tal y como se ha presentado en los medios de comunicación y en algunos círculos académicos y políticos. En Siria no se dio ni uno solo de los elementos que la literatura científica -Kalyvas, Sambonis y Moro- establece como necesarios para hablar con propiedad de una guerra civil, salvo que la intención sea propagandística. En una verdadera guerra civil se necesitan dos gobiernos ejerciendo control político efectivo sobre el territorio y su población. También son condiciones indispensables la existencia de dos ejércitos propiamente tales y dos administraciones capaces de prestar servicios a la población, desde sanitarios hasta los de recogida de basuras. Por eso es simplista comparar el conflicto de Siria con las guerras civiles española o libanesa. Utilizar viejas recetas para explicar situaciones complejas actuales es inútil si lo que se quiere es comprender. En términos teóricos y para las ciencias políticas y la polemología, la guerra civil española es el modelo, el arquetipo de esa forma de conflicto armado. Sin embargo, si se compara lo que ocurrió allí en los años 30 y lo que ha ocurrido en Siria, no se encuentran similitudes. La Guerra Civil española, al igual que la libanesa, tenía una fecha de inicio y de finalización. Eso no se da en el caso sirio. La crisis mostró su cara en 2011, pero se estaba gestando desde hacía años. De hecho, Siria se enfrentó a otros dos levantamientos vinculados al islam político, representado entre otros por la Hermandad Musulmana Siria, en 1964 y entre 1973 y 1982, en el último caso protagonizado por los Hermanos Musulmanes y su brazo armado la Vanguardia Combatiente. Aunque la situación ya es normal en la mayor parte del país, la crisis sigue ahí. De hecho Siria sufrirá durante bastante tiempo actividades terroristas y otras adversidades, como las sanciones económicas de Estados Unidos y la UE, que han complicado la reconstrucción y la lucha contra el coronavirus COVID-19. Pero eso no tiene nada que ver con una guerra civil, ni siquiera con una guerra en el sentido militar del término.

La dimensión internacional de la crisis siria

La crisis de Siria no puede entenderse sólo a partir de sus carencias económicas, políticas, sociales o en el ámbito de los derechos civiles, por muy graves y profundas que fueran en 2011. Sin la intervención de potencias exteriores regionales y globales, este terrible conflicto armado, que no guerra civil, nunca habría alcanzado el nivel de derramamiento de sangre y destrucción que se ha observado desde 2011. El conflicto armado en Siria encaja mejor en la categoría de nueva guerra de Mary Kaldor, que subraya la importancia de la injerencia externa. Siria en perspectiva aborda este punto explicando los intereses y acciones de aquellas potencias externas que actúan en contra o a favor del Estado sirio. En cuanto a lo primero, uno de los objetivos de algunas de esas potencias externas que interfieren en Siria, ya sea a nivel regional o global -desde Arabia Saudí hasta Estados Unidos-, era dividir Siria en pequeños estados o cantones. Si en lugar de una Siria unida con 23 millones de habitantes hay cuatro o cinco mini-Sirias con 4 millones de personas cada una, lo que habrá serán países débiles y dependientes de la voluntad de potencias externas. Obviamente no tendrían ninguna autonomía política o económica. Otras potencias regionales y globales como Irán, Rusia y China se pusieron del lado del Estado sirio por una combinación de intereses materiales y políticos, pero en el caso de Rusia también porque comparte algunos valores culturales y religiosos con Siria que definen su política exterior.

No una, sino varias oposiciones sirias

Los grupos que se levantaron contra el gobierno sirio eran muy heterogéneos. No se puede meter en la misma categoría a todos esos grupos que protestaban en 2011. Muchos de ellos no tenían una agenda violenta. Sin embargo, y en comparación con otros, esos grupos eran débiles en términos de organización, por lo que fueron cooptados por otros más fuertes y mejor conectados con potencias extranjeras. Estos últimos tenían una agenda más dura o incluso violenta, lo que resultó evidente desde las primeras etapas de la crisis, como expone Joshua Landis en Syria Comment.

Dos estrategias diferentes para la guerra de propaganda

En la batalla propagandística, en la que se necesitan estrategias, tácticas y recursos técnicos, hubo grandes diferencias entre los distintos actores de la crisis. La estrategia de los grupos que se rebelaron primero contra el gobierno y luego contra el propio Estado sirio fue acertada y fructífera a corto plazo, sobre todo por sus resultados fuera de Siria. La del gobierno y el Estado sirios, por el contrario, fue exitosa en el largo plazo y dentro de Siria. Al principio de la crisis, los grupos de la oposición no violenta fueron muy inteligentes en el uso de la propaganda porque se centraron en el mundo exterior y fueron capaces de enmarcar los acontecimientos en Siria en la narrativa de la llamada la «primavera árabe», por lo que fueron capaces de proyectarse efectivamente. Lo hicieron en el momento adecuado, lo que es muy importante en términos de propaganda. Al hacerlo, fueron capaces de movilizar a la sociedad civil de otros países que, sin embargo, no conocían ni entendían bien Siria. Ese fue un gran logro propagandístico obtenido también gracias al intenso uso de las redes sociales.

Bashar al Assad y la regla propagandística del enemigo único

En cuanto al mensaje, los grupos de la oposición redujeron la compleja realidad siria a una sola persona, lo cual es una técnica de propaganda muy conocida: la regla de del enemigo único. Se reduce una situación compleja a una sola cara, en este caso, la de Bashar al-Assad. Pero al mismo tiempo esa táctica de propaganda sólo es buena a corto o medio plazo. En el caso de Siria eso estaba bien para dos o tres años pero no para una década porque no se puede mantener un mensaje así diez años, sobre todo cuando en 2011 esos grupos decían que en cuestión de meses el gobierno iba a colapsar o ser derrocado porque una abrumadora mayoría de sirios estaba en contra del gobierno. A medida que pasaba el tiempo sin que eso ocurriera los observadores imparciales empezaron a cuestionar esa narrativa de lo que estaba ocurriendo en Siria porque no hay un gobierno que pueda sostenerse sólo porque tenga poder militar. Así que esos observadores empezaron a buscar qué más estaba permitiendo al gobierno sirio tener ventaja en el conflicto y por eso ese mensaje propagandístico perdió credibilidad. El gobierno sirio también estableció una buena estrategia de propaganda desde el principio de la crisis. Además de sus problemas internos, Siria no se enfrentaba exactamente a una revolución, sino a una agresión externa lanzada por varias potencias regionales y globales a través de fuerzas proxy y otros medios, incluida una campaña de propaganda a través de los principales medios de comunicación alimentada por fuentes como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos o los Cascos Blancos. El gobierno sirio comprendió que no era posible competir con un enemigo tan formidable y que no tenía ninguna posibilidad de transmitir su mensaje a una audiencia global más amplia. También entendió que en medio de una crisis tan compleja era imposible explicar al mundo exterior los matices de una sociedad multiconfesional y multiétnica desarrollada a lo largo de siglos en una zona geopolítica tan crítica como Oriente Medio. Por eso el gobierno tomó la decisión de centrarse principalmente en el frente de batalla interno en lugar del externo. El Gobierno orientó sus esfuerzos en materia de comunicación en la propia Siria. Lo hizo sin alimentar el mensaje de la oposición y de las potencias externas que repetían que todo era culpa de Bashar al-Assad. Así, el gobierno no puso a Assad en el centro de su mensaje. En lugar de eso, su narrativa se centró en la unidad del pueblo sirio haciendo hincapié en que el Estado era el garante de la sociedad multiétnica y multiconfesional de Siria y que el principal representante de ese Estado era el Ejército sirio. Eso jugó a favor del gobierno porque muchos sirios, incluso los que tenían varias razones legítimas para estar molestos con él y con el gobernante partido Ba’ath, entendieron que la línea roja era el Estado aconfesional de Siria, el verdadero garante de la sociedad multiconfesional siria. Algunos de los grupos de la oposición externa y no sistémica, especialmente los que superaron a los más débiles de la primera hora, abogaban por un Estado confesional incompatible con la tradición social, política y constitucional siria, tan bien descrita por Moubayed, Atassi o Muaz Khatib, antiguo imán de la Mezquita Omeya de Damasco y brevemente presidente de la opositora Coalición Nacional Siria hasta que dimitió por sus diferencias con las potencias externas que estaban detrás de esa organización. El gobierno también comprendió que las redes sociales eran una formidable herramienta de propaganda para llegar a la gente fuera de Siria pero de eficacia muy limitada dentro del país. En 2011 la penetración de Internet y las redes sociales en Siria era de apenas un 21%, por lo que no iba a marcar ninguna diferencia dentro de Siria. Por otro lado, el Gobierno controlaba casi el 100% de los medios de comunicación tradicionales, otro indicador de que en Siria no había una guerra civil. En consecuencia, el mensaje gubernamental se canalizó a través de los medios de comunicación tradicionales, principalmente la estatal agencia de noticias SANA y las cadenas de televisión pública, mientras que algunos de sus partidarios abrieron páginas de  Facebook y otros espacios en redes sociales que se sumaron a la campaña de propaganda digital progubernamental del extraoficial Ejército Electrónico Sirio.  

España, Francia y América Latina ante la crisis siria

España ha tenido históricamente una relación muy especial y estrecha con Siria porque el Califato Omeya se expandió a España dejando un gran legado en Al Andalus,  en particular en Córdoba. En tiempos más recientes las relaciones siempre fueron excelentes. España fue uno de los primeros países en reconocer la independencia de Siria y en abrir una embajada en Damasco. Después de eso e independientemente del signo político del gobierno español, todas las administraciones tuvieron muy buenas relaciones con los gobiernos sirios. Hubo varias visitas de Estado recíprocas y otros gestos. Cuando Bashar al-Assad asumió el cargo en 2000 su primera visita de Estado a un país no árabe fue a España. No fue una decisión casual, sino una decisión política muy potente. Sin embargo, durante los últimos diez años -los de la llamada «primavera árabe»- España ha estado ocupada con sus propios problemas económicos, políticos y territoriales, por lo que no ha desarrollado una posición independiente frente a Siria y otros países de la cuenca mediterránea. En su lugar, España ha seguido la posición de Francia, que está en consonancia con la antigua idea francesa de transformar la región en una zona de influencia controlada mediante la creación artificial de pequeños y débiles estados organizados a través de líneas sectarias. Hay que remontarse a las Cruzadas y al Mandato Francés sobre Siria para entender este enfoque. En Damasco todavía se recuerda la provocación del general Gouraud en el mausoleo de Saladino. Fue una clara demostración de las dificultades que tienen Francia y otros países occidentales para tratar con una sociedad compuesta a lo largo de los siglos por cristianos y musulmanes de diferentes denominaciones. Siguiendo a Francia, España se despegó de los países latinoamericanos, que debido a sus extensas y antiguas comunidades de expatriados sirios mostraron un enfoque más constructivo frente a la crisis siria.

Reconstrucción de Siria en tiempo de sanciones y pandemia

Siria tiene que fortalecerse en términos de desarrollo económico y social, mejorar su sistema político y ampliar su singular proceso de reconciliación nacional dirigido por el opositor interno Ali Haidar. Al mismo tiempo tiene que ser hábil a la hora de moverse en la escena internacional porque una posición interior débil y un escenario internacional adverso, como ocurrió en 2011,  es la mejor receta para un gran desastre, que es lo que hemos visto durante los últimos diez años, con todo el sufrimiento del pueblo sirio: decenas de miles de muertos, heridos, mutilados, desplazados, refugiados, una enorme destrucción material y una fuerte devaluación de la lira siria. La singular sociedad multiconfesional y multiétnica de Siria tiene que lidiar con una minoría interna que quiere un Estado confesional, pero también con la presión externa de potencias regionales y globales que, por razones económicas y geopolíticas, desean una Siria más débil o alineada con sus posiciones y, por tanto, menos independiente. Sin duda, es una situación muy difícil.